Este fin de semana Nacho está fuera. Se
ha ido con unos amigos a una casa rural y no tiene internet. No surgen muchas
ocasiones como ésta y la verdad es que le apetece, pasa demasiado tiempo solo.
El viernes por la noche comienza a
extrañarle, es desesperante pensar que va a estar dos días sin saber nada de él.
El sábado se despierta muy desanimada. Por la mañana lo lleva más o menos bien
porque el trabajo la entretiene, pero la tarde es una tortura. Parece que las
horas no pasan. Pablo y Jesús están entretenidos jugando, Javi con el
ordenador. Le propone ir a dar un paseo por matar el tiempo. Dan el paseo.
Durante el paseo solo piensa en Nacho. ¿Qué estará haciendo? ¿Estará bien? ¿Me
estará echando de menos? ¿Conocerá a alguna chica y se enamorará de ella? Sería
lo mejor para todos, pero ojalá no.
Vuelven a casa dos horas más tarde; Vuelve igual
que se fue. No ha disfrutado del paseo en absoluto.
Los niños prosiguen su juego así que se
pone a leer. Lee, limpia, llama a una amiga. Entra en Twitter. Vuelve a leer,
recoge la habitación de los niños. Se acuesta, hace el amor con Javi, que esa
noche tiene ganas, con menos ganas que nunca.
El domingo amanece más ilusionada. Tiene
todo un aburrido día por delante, pero al menos por la noche sabe que hablará
con él.
Vuelve a entrar en Twitter. Interactúa
con gente. Pasa un buen rato hablando con una chica con la que parece que está
entablando algo de amistad, y eso le hace la tarde más llevadera. Por fin llega
la hora de los baños, de la cena. La noche se le hace eterna. Nacho la
escribirá en cualquier momento, pero ese momento no acaba de llegar. Mira el
móvil cada dos por tres y nada. ¿Dónde estará? Son ya las 23:00. ¿Y si llega
tarde y ni siquiera la escribe? Suena el whatsapp. No tarda ni un segundo en
abrirlo. Es él.
¡Ooooh! ¿Cuándo se han dado el móvil, que me lo he perdido??
ResponderEliminar