martes, 10 de octubre de 2017

Y ¿NACHO?

Os preguntaréis qué pasó ayer con Nacho.
¿Conocéis la sensación de fracaso total y absoluto? ¿Sabéis lo que es recibir una noticia horrible, que no os queréis creer pero sabéis que es cierta? Todos hemos sentido impotencia alguna vez, todos hemos querido algo cuya obtención no dependía de nosotros. Pero la clave está en ese "algo".
Ese algo puede ser un capricho, un simple apetecer. También puede ser algo que quieres, pero sin lo que puedes vivir perfectamente, o algo que deseas mucho. Pero también puede ser algo que has convertido en el centro de tu existencia, eso que le da sentido a tu vida. Algo que esperabas que pasara antes o después, y no te importaba tener que esperar, pero tenías todas tus esperanzas depositadas en que fuera cuestión de tiempo. Claro que sabías que quizá no lo consiguieras, pero tenías esa esperanza,  y confiabas en ello. Aunque a veces te asaltaran dudas, era tu objetivo, tu meta, tu razón de ser.

Quizá no has llegado nunca a sentir esa clase de impotencia. Si es así, puedes considerarte afortunado, porque cuando entiendes que no hay posibilidades, cuando la esperanza te abandona, solo te quieres morir.
Que sí, que lo sé, que diréis que todo pasa. Pues Nacho no está de acuerdo. Está plenamente convencido de que Eva "no se le va a pasar". Porque nunca ha conocido a nadie como ella. Porque pese al poco tiempo que hace que se conocen, le conoce mejor que nadie. Y se preocupa por él. Y es dulce, tierna, sensible e inteligente. Y es fuerte y delicada. Y es sensata y perspicaz. Y cuando habla con ella, desaparecen todos sus problemas. Y desde que está ella, el mundo parece un lugar mejor.
Pero ahora sabe que está casada. Y que tiene dos hijos. Nunca se lo habría podido imaginar. Y nunca se ha visto en una situación en la que hubiera una familia de por medio, y la idea le causa rechazo. Y lo peor: Sabe que ella no romperá su familia por él.

Esa noche, Nacho, solo se quiere morir.

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