Tras la primera sensación de decepción,
se abre camino la esperanza. No había dicho que no. Tiene novio, y qué. Miles
de relaciones se rompen al día. Si algo caracteriza a Nacho, es su
perseverancia, y a pesar de todos los fracasos que ha experimentado, suele
mostrar una actitud muy positiva ante cualquier nuevo reto que se le presenta.
Cuando el amor aparece en su vida, se
siente pletórico e invencible, aunque después, cuando se va, si quisieras
encontrarle tendrías que ir a rescatarle a la barra del tugurio más miserable
de la ciudad, hundido y desolado, con la autoestima por los suelos, y el
convencimiento de que acabará solo, que es lo único precisamente que quiere
evitar.
No sabe lo que le pasa con esta chica,
pero la necesita. Entrar a Twitter se ha convertido en pasar el rato mientras
la espera, y cuando ella aparece ya no existe nada más.
Todo lo que dice le parece gracioso,
perspicaz o inteligente e impregnado de dulzura. Piensa en lo afortunado que es
el hombre que está a su lado, y odia no haber tenido la oportunidad de haberla
conocido antes que él. Ahora será mucho más difícil...
Los días que ha estado fuera le han
parecido eternos y no ha podido pensar en otra cosa. Verla aparecer de nuevo ha
sido todo un alivio, porque en algunos momentos se le ha pasado por la cabeza
que podría no volver a entrar y le faltaba hasta el aliento. Quizá la ha
asustado un poco. Tiene que ir más despacio. No puede permitirse que
desaparezca sin haber tenido una oportunidad.
Así que esa noche, y algunas de las
siguientes, no hay ninguna insinuación romántica, solo algún halago velado que
se cuela en sus conversaciones privadas.
Paralelamente, charlan en público,
haciendo gala de una complicidad que bien podría dar qué pensar, si no fuera
porque en Twitter las muestras de cariño y amor son constantemente utilizadas
sin que haya necesariamente ningún interés por medio.
¿De qué hablan? De todo y de nada. De
qué hablan da igual. Pero cada medianoche, sin haber llegado a hablarlo,
siempre están los dos conectados.
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