La relación con Javi cada vez está peor,
porque si antes Javi era alguien que estaba ahí y no molestaba, ahora estorba.
Y mucho.
Eva ha llegado a pensar que ojalá no
existiera, porque no quiere estar con él pero sabe que no puede dejarle.
Ella siempre ha sido una buena chica, ha
hecho todo lo que se esperaba que tenía que hacer, no se ha salido nunca del
molde. Todos confían en ella y en su saber hacer. Sabe que no puede dejarle, es
imposible. Qué pensarían sus padres, sus suegros, sus hermanas, sus amigas, sus
vecinas, toda la gente del pueblo... Imposible.
No le ha contado nada absolutamente a
nadie, y está que no puede más. Está tan ilusionada con él... Y sabe que Nacho
la quiere, que la necesita. Y ni siquiera le ha contado lo de los niños. Tiene
que hacerlo, no puede dejarlo más.
Nacho necesita a Eva, pero Eva también
necesita a Nacho. Piensa en él en cada momento. Es su primer pensamiento cuando
se despierta y el último cuando se acuesta. Piensa en él mientras trabaja,
mientras cocina, mientras baña a los niños.
Y no puede decirle lo que siente, porque
sabe que sería el fin. Una vez mostradas las cartas, y siendo imposible estar
juntos, ¿Qué les quedaría? La posibilidad de ser infiel tampoco entra dentro de
sus planes, y además, sería muy injusto para Nacho. Y ser infiel, ¿Para qué? ¿De
dónde le saca a ella acostarse de vez en cuando con Nacho? Ella no busca sexo
sin más. Ella quiere estar con él. Ella quiere a Nacho.
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